El programa de necesidades es el relativo al uso de oficinas en edificio exclusivo, con plantas diáfanas, estacionamiento en plantas sótanos, núcleos de comunicaciones, aseos y cuartos de instalaciones.

La planta baja debe destinarse al vestíbulo principal de acceso al edificio, uno o dos locales —para oficina o comercio—y patio enjardinado.

Atendiendo tanto a las condiciones específicas del solar como a las limitaciones y condicionantes impuestos por la normativa urbanística se ha buscado una solución de máxima flexibilidad funcional.

Determinante ha sido el acceso mancomunado al estacionamiento desde la finca colindante, buscándose la obtención del mayor número posible de plazas de estacionamiento y la adecuada comunicación con las plantas sobre rasante.

La distribución general de las plantas de oficinas se plantea con la ubicación centralizada del núcleo de comunicaciones y de los aseos, de forma que la totalidad de la planta pueda ser utilizada por una sola entidad o —en su caso— por dos. El acceso a las mismas se produce desde el vestíbulo, con circulación diferenciada de la interna a los aseos y oficios. Para éstos últimos, se plantea una variante para cumplir con las dotaciones diferenciadas en el caso de dos oficinas por planta.

El proyecto se encamina al máximo aprovechamiento del solar, tanto en las plantas sobre rasante como bajo rasante, la flexibilidad de uso y racionalidad de circulaciones.

En un solar de reducidas dimensiones, se ha buscado la centralización de los elementos comunes —núcleo de comunicaciones y aseos— liberando las fachadas para el área de oficinas diáfanas y diferenciando, al tiempo las circulaciones de acceso a oficinas, aseos y oficios.

El aprovechamiento de las plantas tipo de oficinas se plantea con la posibilidad de utilización por una o dos entidades, tal como se especifica en planos.

A esta flexibilidad de uso contribuye la espacial, mediante una solución estructural que conjuga grandes luces con un reducido espesor de forjado.

La imagen del edificio pretende manifestar la homogeneidad de uso en la de sus fachadas, que a su vez presentan una continuidad formal al interior, en todo su perímetro.

Por otra parte, la integración del edificio en su específico entorno urbano implica matizar, siquiera volumétricamente, su valor como transición entre los dos edificios entre los que se encuentra, de tan distintas tipologías y alturas. Así, la fachada de Príncipe de Vergara acentúa su verticalidad con la continuidad de su muro cortina, mientras que la de Francisco Silvela, manteniendo la misma modulación, se plantea con franjas de vidrio y piedra.

La planta ático también refleja esta transición, presentando en la fachada de Príncipe de Vergara doble altura, hasta alcanzar la del torreón.

El diseño de las instalaciones se ha realizado buscando la máxima eficiencia energética, así corno el aprovechamiento de espacios, junto a la racionalidad de recorridos.