VIVIENDA UNIFAMILIAR EN EL BURGUILLO. ÁVILA
Ficha de proyecto
A media ladera de una suave colina entre dos regajos de los que de uno toma el nombre de «Valdelandes”, el terreno en el que está situada la casa fueron restos de viejas parcelas de pobre siembra de centeno entre peñascos y monte bajo de jaras y romeros con enebros casi milenarios, retales de la expropiación a orillas del Embalse de ‘El Burguillo» del rio Alberche en el término de El Barráco de Avila frente a estribaciones de la Sierra de Credos. La grandeza del paisaje desde la soledad y el silencio con la sola cadencia de los pájaros, las esquilas y el canto de los pastores cuando cae la tarde.
No es gratuita, ni inoportuna esta descripción porque lo que en ella se dice fué el condicionante primordial del proyecto: su ubicación singular, su incorporación a la naturaleza, el disfrute del entorno y cuanto la vista alcanza hasta el horizonte lejanísimo y hasta lo que de defensa del exterior tiene cano refugio. Ese contraste de cierre y apertura de sus huecos en los recios muros de la piedra berroqueña allí arrancada.
Es un pabellón con un sólo faldón de cubierta cogido por los hastiales de gruesa mampostería, incrustado en el terreno y envuelto por la vegetación que se hizo repoblando y arruinando el monte a sus costados. La cubierta contra la pendiente del terreno se abre, por la fachada opuesta al acceso, al paisaje de la lámina azul del embalse con el fondo de la sierra. Así la sala de estar y comedor queda de puente sobre un gran porche que repite su planta como estancia al aire libre entre sus dos estribos perpendiculares, en uno de las cuales se sitúan los dormitorios a media altura de las dos plantas y en el otro el ala de servicios con la cocina oficio, dormitorio y aseos en planta alta y cuarto de útiles, taller y garaje en la planta baja. De ambos lados se sale al porche directamente para no interferir con su circulación la sala de estar.
Como la entrada a la casa se hace por la planta alta, ya que está al nivel del terreno, un pequeño porche la protege y con paso por un vestíbulo a través de mamparas vidriera, se accede a la sala de estar antes mencionada con chimenea
de hogar y el rincón de comer. También una mampara la separa de la escalera • de los dormitorios, alcanzándose con la vista, los distintos espacios. Independientemente, por el vestíbulo se encuentra un dormitorio de invitados con su aseo.
Soportada por los pilares del porche que es estancia en planta baja y volada por jabalcones a ellos adosados, corre por la fachada del Este, y vuelve en su ángulo con el Sur, una solana enteramente construida en madera, suelo, techo y estructura. También la reclamaba el emplazamiento: era la forma de que a la altura de la sala de estar en planta alta, ésta se abriese a la totalidad del paisaje al aire libre. Al Sur se amplía con un balcón que se encara con el macizo de la Sierra. En el diseño colaboró el lápiz riguroso de J. L. Gómez Perales y su realización se debió a la mano de un estupendo artesano.
El proyecto se hizo sobre la obra, con carencia de medios, con sobriedad forzosa y asumida, con el tiempo de los recursos, con la dureza del terreno, con la belleza del paisaje, con la fuerza de la piedra, con el lujo de la madera, reivindicando la expresión plástica de los materiales al natural. La casa se hizo por el lugar: al fin, esa es mi arquitectura.