LAS IGLESIAS EN LOS PUEBLOS DE COLONIZACIÓN

Ficha de proyecto

La arquitectura religiosa se fundamenta en la sobriedad y en la sencillez, descarta lo innecesario y se libera de lo superfluo. En las iglesias encontramos un alto grado de serenidad y equilibrio conseguidos con muy pocos materiales.

Los muros definen un espacio interior la mayoría de las veces delimitados por unas paredes encaladas blancas.

La luz penetra suavemente por unas vidrieras situadas habitualmente en la parte superior de las paredes, que proporcionan el ambiente adecuado para la oración y el recogimiento.

El espacio arquitectónico lo constituyen los muros, el suelo y el techo. Los muros blancos, el suelo de terrazo y el techo presentan diferentes soluciones.

El espacio de las iglesias es elemental; “esta falta de criterio que se observa en la arquitectura religiosa de hoy responde a la libertad que tiene su programa”.

La sección de la nave es constante en todos los edificios. No busca el protagonismo de la cubierta para crear el espacio religioso como trataron algunos arquitectos en el INC.

Un espacio —cuatro paredes y un techo— que cobijan a la asamblea alrededor del lugar de la celebración que congrega y de la que se participa. Todo lo demás, el tratamiento de la luz, de los paramentos, del suelo, de los elementos del culto, han de contribuir a la función primordial de esta participación del Pan y la Palabra. Apenas nada sin la comunidad y sin la celebración. El templo.

Un espacio de recogimiento, de devoción privada, de meditación, de penumbra y de silencio. Un espacio de encuentro, al aire libre, el atrio ceñido por el claustro, donde necesariamente los fieles convivan, se comuniquen, compartan los acontecimientos de la colectividad.

Se ha evitado toda manifestación de monumentalidad en sus volúmenes y con más empeño en sus fachadas. La elección de los materiales se ha hecho con una expresiva sobriedad. Y la sobriedad también se pretende con las proporciones.

El rigor con el que la concepción arquitectónica se atenga a este espíritu consecuentemente afectará al corte de la construcción.

Se fija un programa, se definen unos volúmenes, se dan unas características generales que garanticen la obra bien hecha, se pretende además que el aspecto total del conjunto adquiera una clara y transparente expresión de testimonio cristiano y con todo ello se impone un criterio de estricta economía.

SituaciónProyecto de Torres de Salinas. Toledo. 1951.
Belvis de Jarama. Madrid. 1951.
San Isidro de Albatera.
Vegaviana. Cáceres. 1954.
Villalba de Calatrava. Ciudad Real. 1955.
El Realengo. Alicante. 1957.
Campohermoso. Almería. 1958.
Las Marinas. Almería. 1958.
Cañada de Agra. Albacete. 1962.
La Vereda. Sevilla. 1963.
Miraelrío. Jaén. 1964.
Puebla de Vícar. Almería. 1966.
Ampliación de Jumilla. 1969.
Superficie Construida-m²
P.E.M.-€
FechasConstruido. 1951-1969
Propiedad
Equipo del proyectoJosé Luis Fernández del Amo (arquitecto).
Alcance del encargoProyecto y Dirección de Obra.